La peregrinación NSC-E desde el quipo médico

Santiago González Vázquez

Quiero agradecer, en primer lugar, la oportunidad de dar mi testimonio como uno de los voluntarios del equipo sanitario que ha participado en la segunda edición de la Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad España.

Nuestro grupo de voluntarios lo han integrado varios médicos y enfermeros, un osteópata, un fisioterapeuta e incluso también otros voluntarios sin formación sanitaria que nos han ayudado en temas logísticos y asistiéndonos durante las curas.

Este grupo de voluntarios tiene como misión atender las urgencias médicas que puedan surgir durante la peregrinación y además aliviar las heridas y las molestias de los peregrinos que surgen por razón de la marcha con el objetivo de hacer posible, cuando se puede, que puedan continuar la peregrinación.

Esta misión la llevamos a cabo fundamentalmente en dos momentos: durante la marcha, en los principales puntos de parada durante el camino y también en el campamento, el lugar donde los peregrinos pernoctan. Para ello, unos miembros del equipo siguiendo las instrucciones de nuestra coordinadora Clara Vigier, caminan junto a los peregrinos durante la marcha, mientras otros nos adelantábamos anticipándonos a las paradas y al campamento para tratar de tener todo preparado para cuando los peregrinos llegasen. De esta manera nos hemos organizado para tratar de cubrir todas las posibles necesidades de atención sanitaria durante la peregrinación. 

Aunque es cierto que a los peregrinos se les facilitan una serie de recomendaciones para tratar de evitar la aparición de ampollas y lesiones por la dureza del camino, no es menos cierto que a veces surgen lesiones importantes que requieren alguna cura más compleja. Las ampollas no han sido los únicos problemas de salud de los peregrinos en esta edición: las gastroenteritis, las tendinitis, las sobrecargas musculares, los síndromes febriles, los esguinces, las urticarias, las quemaduras solares, los cortes, las picaduras de insectos… son algunas de las afecciones que los peregrinos han sufrido también durante la marcha, ofreciendo al Señor todas estas adversidades. Aunque afortunadamente, ninguno de estos casos fue de gravedad, gracias a Dios. 

Este año se habían duplicado los asistentes a la peregrinación con respecto al año pasado, y aumentado proporcionalmente el número de pies respecto a la edición anterior, lo que ha supuesto una mayor necesidad de atención sanitaria. Aprovecho para animar desde aquí a los futuros peregrinos del año que viene para que consideren inscribirse como voluntarios, a sabiendas de que Dios, que no se deja ganar en generosidad, da el ciento por uno. 

Participar como voluntario es una forma especial de vivir la peregrinación, una diferente, pero quizá más intensa. Nosotros los sanitarios, como el resto de los grupos de voluntarios (Logística, Orden, Transporte, Liturgia, Coro, Cocina…) tratamos de poner nuestra ciencia (a veces también arte) al servicio de Dios en los hermanos. En nuestro caso, nos ofrece una oportunidad especial de encuentro con Dios en el hermano que sufre y nos estimula a imitar a Cristo, verdadero médico, haciendo de “Buenos Samaritanos”. A veces perdemos de vista que nuestro servicio a los hermanos en este campo no deja de ser un servicio a Dios mismo: “¿Cuándo te vimos enfermo (…) y fuimos a verte? (…) En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. 

Tomar conciencia de esta perspectiva de servicio en relación con nuestra labor sanitara en el contexto de la peregrinación a Covadonga también ilumina nuestro trabajo cotidiano. Muchas veces he oído, y en cierta medida también he experimentado que las peregrinaciones, las JMJ y otros eventos similares suponen en muchos casos un estímulo para la vida espiritual de los asistentes, que a veces se desvanece desgraciadamente con el tiempo de las semanas y la vuelta a la rutina. Sin embargo, haber participado como voluntario médico en la Peregrinación de NSC-E me ha ayudado a reencontrar el sentido sobrenatural de mi trabajo y a salir del tedio que supone el trabajo rutinario carente de este sentido profundo. Es una de las gracias que me llevo de la peregrinación y por las que estoy inmensamente agradecido a la Santina de Covadonga. 

No quiero dejar pasar por alto otra de las gratas impresiones que me he llevado de la peregrinación. La peregrinación a Covadonga tiene un carácter penitencial que supone un reto físico para muchos peregrinos, no solo por la longitud que se recorre (unos 30km diarios), que no es poca, como por lo accidentado del terreno asturiano, que como ovetense conozco bien. He sido testigo de la tenaz determinación de muchos peregrinos, a veces casi heroica, de querer seguir caminando a pesar de tener el pie en carne viva por las ampollas o haber sufrido otras lesiones. He quedado impresionado, un año más, de la fe, la devoción y de los sacrificios de los participantes. 

El encuentro con los peregrinos, los que he podido atender en la carpa sanitaria en el campamento o en las paradas y momentos de descanso, ha sido un estímulo también para mi fe, con el ejemplo que ellos me han dado. Junto a la Virgen de Covadonga, durante la peregrinación, se vuelven palpables esos versos que cantamos con fuerza: “Venid peregrinos, que ante ella se aspiran amores divinos.”

No deja de impresionarme el ambiente de cristiandad tan sano y tan necesario ayer y hoy que se vive durante la peregrinación. Este ambiente de cristiandad entendido en primer lugar como la reunión o el conjunto de cristianos, puesto que quienes en ella participan no son meros aficionados senderistas o amantes de las acampadas en la naturaleza que caminan por ocio o por ejercitar su cuerpo, sino eminentemente hijos de Dios que peregrinan juntos, bajo el amparo de la Santísima Virgen, para su santificación personal y también, buscando participar en la restauración de la Cristiandad entendida como “la filosofía del Evangelio que gobierna los Estados” (como se refería al orden social cristiano el Papa León XIII en su encíclica Inmortale Dei) a través de las gracias en la Santa Misa. Ni el cansancio de la marcha, ni las lesiones del camino han apartado a los peregrinos de la participación en la Santa Misa.

Tampoco han mermado en forma alguna el cuidado ornato de los altares, ni el desarrollo solemne de la acción litúrgica, antes bien, en esas condiciones de cansancio y agotamiento han sido cuidados con especial esmero y cariño, concediendo a la Santa Misa el lugar preeminente que le corresponde en la vida cristiana.

Querría cerrar este testimonio agradeciendo a los organizadores de la Peregrinación NSC-E el esfuerzo y dedicación que ponen en su planificación, a los sacerdotes que nos acompañado, así como también a todos los voluntarios que de alguna manera han contribuido al desarrollo de la misma.

Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad 2022

PUBLICADO EN EL BOLETÍN «COVADONGA» Nº12 – SEPTIEMBRE 2022