UNA PEREGRINACIÓN INOLVIDABLE
P. Antonio María de Araújo, Fraternidad San Vicente Ferrer

Para mí fue un gran honor participar en la quinta Peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad de Oviedo a Covadonga, que tuvo lugar del 26 al 28 de julio de 2025. Caminamos noventa y cinco kilómetros en tres días junto a los 1 600 peregrinos, cantando, rezando y durmiendo en tiendas de campaña en las dos acampadas. Tres días de fervor intenso, participando en la liturgia, escuchando a las personas y sus necesidades, anunciando la palabra de Dios y administrando los sacramentos. ¡Alabado sea el Señor por todas las gracias recibidas, y también su Santísima Madre! Trataré de ofrecer algunas impresiones sobre mi experiencia.
Con diez veces menos participantes que en Chartres, el ritmo de la peregrinación española es más humano, y el ambiente, más familiar. El paisaje también es diferente: el camino de Oviedo a Covadonga es montañoso y boscoso, a diferencia de las llanuras de la Beauce por las que se llega a Chartres.
Por otro lado, las ceremonias litúrgicas durante estos tres días fueron hermosas, sencillas y cuidadas. En particular, los cantos y el acompañamiento musical nos conmovieron por su combinación (muy española) de dulzura y majestuosidad. Tanto el gran fervor de los peregrinos, especialmente de los jóvenes, como su alegría y su valentía en un contexto español desfavorable a la liturgia tradicional, así como su acogida tan generosamente hospitalaria hacia los extranjeros, nos han edificado. Es emocionante.
Admiramos el nivel de organización alcanzado en solo cinco años por el grupo de jóvenes católicos que iniciaron esta peregrinación. Es un ejemplo del papel que pueden desempeñar los laicos cuando, inspirados por el Espíritu Santo, se atreven a tomar la iniciativa sin dejarse desanimar o paralizar por el clericalismo de ciertos sectores eclesiásticos. Un éxito así, impensable hace poco, es realmente notable, ya que demuestra que todo es posible y que la Iglesia católica en España, a pesar de las dificultades, todavía tiene grandes recursos que solo esperan ser desplegados para el bien común nacional y el de la Iglesia universal.
El testimonio de muchos peregrinos me conmovió. En comparación con otros países, como Francia, Estados Unidos o Suiza, por ejemplo, en España, los católicos que quieran asistir a una Misa tradicional en comunión con la Santa Sede se encuentran con innumerables obstáculos y restricciones, y en muchísimas regiones ni siquiera tienen esa posibilidad. El jurista Álvaro D’Ors dice que el destino histórico de los españoles consiste en ser más papistas que el Papa1. Ahora bien, la casi prohibición de la liturgia tradicional en España me parece ser un desvío de este espíritu español, que se caracterizó a lo largo de la historia por su fidelidad inquebrantable a la Iglesia católica y a su jerarquía, pero siempre en favor de la tradición, y no como ocurre hoy en día, con una aplicación excesivamente restrictiva.
Recordemos el tema tantas veces expresado por el cardenal Ratzinger —que reiteró como papa Benedicto XVI—: la liturgia, al ser un organismo vivo, como una planta sembrada por Cristo y los apóstoles, que surgió en varios ramo o ritos cultivados desde las primeras generaciones de cristianos hasta hoy, no es una materia puramente artificial, como una máquina que se podría tirar y reemplazar por otra nueva. La liturgia vive de la misma vida que tenía en las manos de Cristo y de los apóstoles, por lo que debe ser tratada con la veneración y el cuidado que merece. Por supuesto, está sometida a la autoridad eclesiástica, pero según su naturaleza de ser vivo. Los pastores no pueden tratar las necesidades litúrgicas de los fieles como si fueran una mera cuestión disciplinaria, como la ley sobre el ayuno, la organización de las parroquias o un tratado que define las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica. La Misa, el oficio y la vida litúrgica no están sujetos a la autoridad eclesiástica de la misma manera que una ley organizacional. Ratzinger lo explica muy bien en su libro El espíritu de la liturgia: se trata de una materia que, por su propia naturaleza, debe ser recibida, es decir, recibida por la Iglesia que la transmite como un depósito muy sagrado de generación en generación. Por eso, Benedicto XVI, aunque de forma discreta, dejó muy claro en la carta que acompañaba al motu proprio Summorum pontificum que la Misa tradicional no puede prohibirse en absoluto, ni siquiera por el Papa, ya que ni siquiera el Papa tiene autoridad para prohibir y condenar un tesoro litúrgico que forma parte del patrimonio inalienable de la Iglesia.
Hagamos una comparación. Claro, la autoridad eclesiástica puede introducir modificaciones en las leyes positivas en torno al matrimonio cristiano, pero no puede cambiar la naturaleza misma del matrimonio, que tiene que ser unión entre un hombre y una mujer, y solo como tal puede ser bendecido. De la misma manera, puede introducir algunos cambios en la liturgia que sean orgánicos con la vida litúrgica de la Iglesia, pero no tiene derecho a prohibir en absoluto la Misa tal como fue vivida durante los siglos por los fieles, los pastores y los santos en la Iglesia.
Gracias a Dios, algunos pastores en España se están dando cuenta de que los amigos de la liturgia tradicional pueden aportar mucho a la vida de sus diócesis.
La famosa peregrinación entre París y Chartres, iniciada en la década de 1980, ha inspirado numerosas iniciativas similares en todo el mundo: Argentina, Estados Unidos, Australia, España. Del mismo modo, la peregrinación francesa se había inspirado en la peregrinación nacional de Czestochowa, en Polonia. La piedad del pueblo polaco conmovió a los fundadores de la peregrinación de Chartres, que quisieron poner en marcha un evento similar, acorde con el carácter y el genio propios de su país. Nuestra Señora no conoce fronteras. En toda la Iglesia, María atrae y suscita nuevas peregrinaciones hacia sus santuarios. Desde 2021, también existe una peregrinación tradicional española, con sus propias y singulares cualidades.
Este año, al final del camino, volví a ir a saludar a Nuestra Señora de Covadonga. Al presentar mis intenciones y oraciones a la Santina, quedé interpelado por su belleza, llena de tranquilidad materna y fuerza. Tuve la impresión de que me miraba con cariño, como al pequeño ejército cristiano del rey Pelayo, como para recordarnos las palabras de su Hijo: «No temas, pequeño rebaño […] porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino (Lc 12, 32)». No temas porque ¡no pasarán! «En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33)».
1 «Así ha sido, en efecto, el papel de España en la Historia de la Iglesia, que es la Historia Universal» (La violencia y el orden, Madrid, Editorial Criterio-Libros, 1998, p. 28).
PUBLICADO EN EL BOLETÍN «LAUDATE» Nº47 – AGOSTO 2025