Oviedo - Covadonga: la significación del itinerario de nuestra peregrinación
Para todas las personas que se sumen a nuestra peregrinación, y para animar a inscribirse a aquellos que aún estén indecisos, hemos elaborado este breve texto de carácter informativo que ayudará a comprender en más profundidad la elección del itinerario. Su profunda significación espiritual e histórica, y su importancia en nuestra patria y también fuera de ella. Pensamos que a los peregrinos les será de utilidad conocer el contexto en el que se desenvuelve este peregrinaje y confiamos en que les servirá, D.m., para obtener más frutos espirituales de la misma.
OVIEDO, UN GRAN CENTRO DE PEREGRINACIÓN MEDIEVAL
Oviedo, capital de Asturias, desempeña un papel principalísimo en la historia de las peregrinaciones de los cristianos europeos. Es ampliamente conocido en nuestros días, sobre todo tras su revitalización y difusión en el último siglo, el Camino de Santiago a Compostela, hacia donde se dirigen miles de peregrinos a venerar los restos del Apóstol, pero no lo es tanto la importancia de Oviedo y su catedral de San Salvador, la Sancta Ovetensis, que fue destino de peregrinaciones de los católicos incluso antes que Santiago. Tampoco el hecho de que la primera peregrinación a Compostela, la que efectuó el Rey de Asturias Alfonso II «El Casto» a principios del siglo IX al enterarse del descubrimiento de la tumba de Santiago el Mayor, y que fue quien mandó construir la primera ermita en su honor que custodiara sus restos, partiera de Oviedo, capital del reino astur.
De la importancia histórica de Oviedo como centro de peregrinación da testimonio el Rey de León y de Castilla Alfonso X «El Sabio» (1221-1284), quien en sus Partidas define a los peregrinos como «aquellos que andan en peregrinaje a Santiago o a San Salvador de Oviedo…». También una célebre frase medieval se encargaba de advertir de la centralidad de la Sancta Ovetensis, dedicada a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, al afirmar que «quien va a Santiago, y no al Salvador, visita al lacayo y olvida al Señor».
El Arca Santa
¿Pero qué fue lo que atrajo la atención de tantos peregrinos católicos para que se fijaran en Oviedo como destino fundamental en su vivencia espiritual? La respuesta está en el Arca Santa, el que es quizás el relicario más importante de la Cristiandad por el número y la importancia de las reliquias que contiene y entre las que la más conocida es el Santo Sudario que envolvió el rostro de Nuestro Señor Jesucristo al bajarlo de la cruz y que limpió el sudor y la sangre que de él brotaba, según narran los Evangelios.
Oviedo se convirtió en ciudad-santuario al llegar a ella un arca repleta de reliquias que provenía de Jerusalén y que huyendo del avance de la invasión musulmana viajó al norte de África y cruzando el Estrecho de Gibraltar entró en la península Ibérica. San Isidoro, obispo de Sevilla (556-636), la recibió, trasladándola a Toledo. Debido al avance de las tropas mahometanas finalmente llegaría a Oviedo, a un pequeño monte cercano al lugar donde luego se fundaría la civitas episcopal, y que por ello recibiría el nombre de Monsacro, que aún a día de hoy conserva.
En el siglo IX el Rey Alfonso «El Casto» la hizo trasladar a la capilla de San Miguel, aledaña a la recién fundada iglesia de San Salvador, más tarde catedral ovetense. En el siglo XI el obispo catalán Ponce de Tabernoles intentó abrir por primera vez el Arca Santa, lo que resultó imposible ante los extraños fenómenos de luces y ruidos que se produjeron cuando trató de hacerlo. Fue en el último tercio del mismo siglo cuando el Rey Alfonso VI, gran protector de las peregrinaciones, junto a su esposa Inés y sus hermanas Urraca y Elvira, consiguió que el Arca Santa revelase su sagrado secreto, haciéndola recubrir en señal de gratitud y reverencia con los magníficos paneles de plata con que hoy la conocemos.
Hecho el inventario de las reliquias que el arca contiene, éste se difundió por todo el orbe cristiano. Existe un manuscrito de finales del siglo XI, conservado en la biblioteca de la localidad francesa de Valenciennes, que recoge dicho inventario, lo que nos da una idea de la trascendencia internacional que desde el principio tuvo el Arca Santa, más allá de las fronteras de los reinos hispánicos.
Las reliquias de la Sancta Ovetensis
Como ya hemos dicho, la más conocida de las reliquias es el Santo Sudario, que se expone a la veneración de los fieles tres veces al año, pero lo que es desconocido para muchas personas es el número y la importancia del resto de las que contiene el Arca Santa.
Entre ellas las hay relacionadas con Nuestro Señor Jesucristo, como fragmentos de la cruz, de la túnica que se sortearon los soldados romanos, de la Sábana Santa, de los pañales del pesebre, de la cuna, de la corona de espinas (8 espinas), de la piedra del Santo Sepulcro, pan de la última cena, un trozo de la caña que le pusieron como cetro en las manos durante la burla, de los panes de la multiplicación, de la tierra que pisó antes de la Ascensión y de la que pisó en la resurrección de Lázaro, un trozo de pez asado y un trozo de panal de miel que Jesucristo comió con sus discípulos tras aparecer resucitado, una de las hidrias de las bodas de Caná, uno de los treinta denarios…
También con la Santísima Virgen: de sus vestidos, leche de sus pechos, cabellos y la casulla que la Virgen María entregó a san Ildefonso.
Igualmente de reliquias del Antiguo Testamento: Huesos de profetas, huesos de Ananías, Azarías y Misael, del manto de Elías, un trozo de la piedra donde se sentó Moisés cuando ayunó en el monte Sinaí y Dios le entregó las tablas de la Ley, maná que llovió para alimentar a los israelitas durante su travesía desértica entre Egipto e Israel, y un trozo de la vara de Moisés.
De los Apóstoles: Trozos de vestidos o mantos de San Andrés, San Juan, San Pablo, Santiago; reliquias de San Bartolomé, Santo Tomás, etc. y una sandalia de San Pedro, junto a un fragmento de la cadena de su prisión cuando fue encarcelado por Herodes Agripa.
De San Juan Bautista: Un trozo de su manto, cabellos y huesos.
De personas contemporáneas a N.S. Jesucristo (4 reliquias): Cabellos de Santa María Magdalena, Esteban y tierra del sepulcro de Lázaro.
Y también de diversos santos, hasta un total de 64: Adriano, Cipriano, Cosme, Damián, Eulalia, Justo, Serrano, San Vicente Abad, etc.
Esta descripción no exhaustiva nos sirve para hacernos una idea del por qué tantos miles de peregrinos a lo largo de los siglos han acudido a Oviedo a orar, e igualmente de por qué en Nuestra Señora de la Cristiandad hemos querido elegir la capital del Principado y su catedral como punto de partida de nuestra peregrinación.
El Arca Santa y sus reliquias se custodian en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, que se puede visitar si se acude antes del día del comienzo de la peregrinación o al finalizar la misma, y que además conserva la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria. La primera, según narra la tradición, labrada en el palacio del Rey Alfonso II por unos peregrinos extranjeros que, acogidos por el monarca astur, se brindaron a hacerla, ejecutando el trabajo en una sola noche y desapareciendo misteriosamente después de la sala en la que habían sido encerrados para realizar la obra. Es la que aparece en la heráldica de la ciudad de Oviedo. La segunda es una cruz de oro que en su interior contiene la cruz de madera que el Rey don Pelayo enarboló en la batalla de Covadonga, librada en el año 718 o 722, en la que las tropas asturianas derrotaron a las musulmanas. Esta acción bélica es en la que se fecha como el comienzo de la Reconquista, que acabaría reunificando bajo el signo de la Cruz los territorios de la península Ibérica que habían sido arrebatados a Cristo por los mahometanos.
Y precisamente allí, a Covadonga, es a donde peregrinamos desde Oviedo.
COVADONGA, EL FAVOR DE LA VIRGEN A ESPAÑA
Nuestro destino está en medio de las montañas asturianas, donde se encuentra el Santuario de Covadonga, gran centro de peregrinación mariano y lugar, como hemos dicho, en el que se refugiaron el Rey Don Pelayo y sus hombres durante la batalla que, fechada por distintas fuentes en el año 718 o en el 722, se libró contra los árabes que habían invadido la Península. A partir de ese momento se inicia la Reconquista, empresa que duraría ocho siglos hasta que finalmente fuese tomada Granada en 1492 por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.
El lugar más destacado del santuario es la Santa Cueva, donde se halla una capilla con la imagen de la Virgen de Covadonga, conocida por los asturianos cariñosamente como La Santina, y la tumba de Pelayo, el primer monarca asturiano y cuyos restos descansan allí desde que fueran trasladados en tiempos de Alfonso X «el Sabio», en el siglo XIII, provenientes de la cercana iglesia de Santa Eulalia de Abamia, donde originalmente fue enterrado.
Las crónicas cristianas narran cómo la intervención milagrosa de la Santísima Virgen fue decisiva en la victoria, repeliendo los ataques que las tropas mahometanas lanzaban contra la cueva. Por su parte, las crónicas musulmanas explican que refugiadas allí, las fuerzas de Don Pelayo se alimentaron durante el asedio de la miel que las abejas dejaban en las hendiduras de la roca.
La actual imagen de la Virgen de Covadonga es de 1778, y fue donada por la Catedral de Oviedo al Santuario, pues la talla original desapareció en un devastador incendio el año anterior. La original era del siglo XII, cuando se tallaron dos imágenes gemelas de la Virgen de Covadonga y que fueron a parar una al Monasterio de San Juan de la Hoz de Cillaperlata y la otra al Monasterio de Covadonga, donde se conservaron durante siglos. La de Cillaperlata es en la actualidad la imagen de la Virgen de Covadonga más antigua que se conserva.
El nombre de Covadonga procede de la expresión latina Cova Dominica (que significa Cueva de la Señora), y que evolucionaría con el tiempo hasta su configuración actual.
La capilla que hay en su interior es de estilo neorrománico, construida a principios de los años cuarenta y el antipendio del altar muestra una representación de la batalla de Covadonga.
Junto a la cueva se alza la Basílica, también de estilo neorrománico, que fue construida entre los años 1877 y 1901, y además el complejo contiene una colegiata, el albergue, el mesón de peregrinos, una casa de ejercicios y un comedor.
Como tantas generaciones antes que nosotros han hecho, acudimos a Covadonga a ponernos a los pies de la Santísima Virgen para pedirle que cuide de España y por la restauración de la Cristiandad, para que, Dios mediante, todas las realidades humanas, también las temporales, sean ordenadas en Cristo Nuestro Señor.