El Santo Cáliz de Valencia (España)

Dr. D. Jorge-Manuel Rodríguez-Almenar, Universidad de Valencia
Presidente del Centro Español de Sindonología

El Santo Cáliz –también llamado literariamente el «Santo Grial»– es, según la tradición, la copa que usó Jesús en la Última cena para instituir la Eucaristía. Se encuentra en Valencia (España) y, por este motivo, la Santa Sede concedió a la Diócesis la celebración de un Año Santo Eucarístico, a perpetuidad, desde el año 2015, cada 5 años.

Desde el punto de vista arqueológico, el Santo cáliz es una pieza formada por tres elementos:

  1. La parte superior –lo que sería el Santo Grial (un tipo de copa para el vino)– es un «Vaso Murrino» de piedra de ágata veteada, de los que se hicieron entre el siglo II a. C. y el S. I d. C. Estos vasos dejaron de hacerse en torno al año 50 d. C. Según testimonio del historiador Plinio el viejo. Las otras dos piezas constituyen el relicario.
  2. El pie es también una copa de piedra, en este caso, ovalada, colocada en posición invertida para dar estabilidad al conjunto, que tiene una misteriosa inscripción vertical, datada a finales del siglo XI d. C. Estudios recientes realizados por el catedrático de Diseño de la Universidad Politécnica de Valencia, el Dr. Songel, y el estudioso en lenguas semitas Agustín Blasco, la inscripción puede leerse en hebreo y en árabe (según se gire la cabeza hacia la derecha o hacia la izquierda), y en ambos idiomas se traduce la expresión «Jesús Dios».
  3. La unión entre las dos piezas, realizada en oro, se realizó entre el S. XI y el XIV d. C. Muy posiblemente, la última aportación al relicario fue la incorporación de las dos asas y el adorno con piedras preciosas y perlas. Las asas refuerzan la idea de que este cáliz se consideró desde siempre una reliquia y no un cáliz de Misa, pues las asas permitían mostrar el grial sin necesidad de tocarlo.

El primer estudio arqueológico del Santo Cáliz de Valencia fue realizado en 1960 por el doctor Beltrán, Catedrático de arqueología de la Universidad de Zaragoza, pero sus deducciones fueron confirmadas durante el «I Congreso Internacional sobre el Santo Cáliz» por su sucesor, el profesor Martín Bueno, en 2008. Un «II Congreso», realizado en 2021, contó con la participación de diversos especialistas de la Universidad Politécnica de Valencia, quienes confirmaron que la copa tiene el tamaño exigido por la leyes rabínicas para ser un Cáliz de Bendición (Kos Kidush) de los que se usaban para la pascua judía. En tiempo de Jesús, un Kos Kidush debía estar tallado en piedra (materia pura), no porosa (purificable), con capacidad para contener dos revit (172 ml) de vino, etc.

A lo largo de la historia, se ha propuesto como posible reliquia de la institución de la Eucaristía algún otro candidato. Pero las exigencias citadas, que solo el Cáliz de Valencia cumple, excluyen la posibilidad, porque no puede ser el Santo Cáliz una copa que no pudo estar en una Pascua judía.

Aunque la copa actualmente en Valencia es de un gran valor, esto no contradice lo que afirman los evangelios, de los que podemos deducir que Jesús celebró la Última Cena en casa de un hombre rico (tenia sirvientes y una casa de dos alturas, según dice san Marcos), siendo así que el dueño de la casa era el que aportaba el Cáliz de Bendición a la celebración. En la tradición judía, esta copa es de gran importancia en cada familia, y debe ser la mejor que se pueda conseguir.

La tradición cristiana afirma que el Cáliz fue llevado por san Pedro a Roma. Esto es coherente con lo que sabemos por los Hechos de los Apóstoles (Hechos. 12,12), que insinúan que la casa que usaban los primeros cristianos en Jerusalén como cenáculo era propiedad de la familia de san Marcos, y que fue este quien acompañó a Pedro a Roma, sirviéndole de traductor e intérprete. Es lógico pensar que si, como hijo primogénito, heredó la copa, pudo llevarla consigo a la capital del imperio.

El Canon Romano, plegaria eucarística específica de Roma y anterior al siglo IV, (aunque el relato de la institución probablemente se puso por escrito en el siglo II d. C.) afirma que Jesús tomó… «Este mismo cáliz famoso» (Et hunc plaeclarum calicem), y que los primeros papas habrían utilizado el mismo cáliz utilizado por Jesús.

Durante la persecución de Valeriano en el 258 d.C., san Lorenzo, diácono del papa Sixto II, lo salvó al enviarlo a la casa de sus padres en Huesca. Allí se quedó hasta que, con la invasión musulmana del año 711 d. C., los cristianos de la parte oriental de la península lo escondieron en diversos lugares de los Pirineos, el último de ellos, el monasterio de san Juan de la Peña.

Fue en ese tiempo de ocultamiento cuando se difundieron, a través del Camino de Santiago (una de sus ramas pasaba por las proximidades de su escondite en los Pirineos), las narraciones que afirman que el Santo Grial se encontraba «en un lugar inaccesible custodiado por caballeros puros» (así lo dice el Parsifal). Estas narraciones constituyen una serie de relatos que fueron difundidos por toda Europa, y que todavía hoy se recuerdan. En realidad, recogen hechos históricos que forman parte de la Historia de España, aunque cambiando algunos elementos y nombres. Pero lo que es seguro es que el cáliz que originó aquellas leyendas es el mismo que se encuentra hoy día en la catedral de Valencia.

Una última investigación reciente del Catedrático Songel ha dado mucha solidez a este argumento, puesto que documenta una laguna que ponía en entredicho toda la historia aragonesa del Grial: el problema era que no se había encontrado ningún documento anterior a 1399 que acreditase la estancia del Grial en San Juan de la Peña. Sin embargo, Songel, analizando el manuscrito que contiene el elenco de reliquias de San Juan de la Peña (escrito con motivo de la coronación de Pedro I de Aragón en 1094) encontró varios acrósticos –juegos de letras– «ocultos» en el texto. Son palabras compuestas con las letras mayúsculas del texto, y que siguen un esquema geométrico. En estos acrósticos se menciona toda la historia del Santo Cáliz desde Jerusalén al monasterio pinatense.

Esto es algo que nos podría sorprender a los cristianos de hoy, pero era un recurso frecuente en la Edad Media. La explicación de que la historia de la reliquia se mantuviera «oculta» en el texto es perfectamente lógica: tratándose de una reliquia tan importante que se encontraba en territorio de guerra contra el islam, era comprensible que no quisieran dejar constancia directa de que el cáliz de la Última Cena se encontraba en el monasterio. Usar un acróstico permitía dejar constancia de ello y hacía accesible el relato únicamente a aquellos que supieran descifrarlo.

Pasado el peligro musulmán, en 1399 d. C., el rey «Martín el humano» de Aragón consiguió, con bastante esfuerzo y perseverancia, que los monjes de San Juan de la Peña le entregaran el Cáliz, y lo llevó a la capilla de las reliquias de su palacio de Zaragoza. Años después, el rey «Alfonso V el Magnánimo» al trasladar la capital de la corona de Aragón a Valencia lo llevó, en 1424 d. C., a su Palacio Real de Valencia, ubicado junto al río Turia, y terminó, posteriormente, en la catedral.

El Santo Grial fue buscado en España por Himler (lugarteniente de Hitler) quien, conocedor del relato alemán del Parsifal, pensaba que todavía se encontraría en los Pirineos o en las proximidades de Barcelona. Una incorrecta interpretación le hizo visitar Monserrat, como si fuera el Monsalvat del relato, pero desconocía que la montaña en la que se encuentra San Juan de la Peña se denominaba Mont Salvat-oris.

También lo buscó en España Napoleón, pero el oportuno traslado de la reliquia a las islas Baleares bajo la custodia del canónigo Celador del Santo Cáliz, evitó que la reliquia fuera robada o que fuera fundido su oro, como sí ocurrió con otros relicarios.

Soy consciente de que la historia del Santo Cáliz parece un relato novelesco, pero es que la realidad muchas veces supera la ficción. Solo hace falta conocerla…

Por último, habría que reseñar que Roma ha permitido desde siempre el culto al Santo Cáliz de Valencia, superando las «purgas» de reliquias inverosímiles que la propia Iglesia ha realizado en diversas ocasiones (por ejemplo, en la época de los Bolandistas). En esta misma línea, tenemos que encuadrar el gesto realizado tanto por san Juan Pablo II como por el papa Benedicto XVI, quienes, en sus visitas respectivas a Valencia, tuvieron a bien usar el Santo Cáliz en dos Misas públicas muy significativas. Y, con la concesión de un Año Santo a perpetuidad cada 5 años a la Diócesis de Valencia, la Santa Sede reconoce el valor de la tradición valenciana y desoye la posibilidad de que ningún otro cáliz pueda ser realmente el cáliz de la institución de la Eucaristía.