II Encuentro de Jóvenes NSC-E

Johanna Pérez Garciarena, Capítulo San Francisco de Javier

75 jóvenes de toda España nos juntamos el fin de semana del 26-28 abril en Priego, Cuenca. Y ¿qué hicimos? Misa + charla + juego + taller + comida, y repetir. Fueron unos días para disfrutar juntos, conocer gente, rezar y formarnos.

El centro de los tres días fue la Santa Misa y la adoración al Santísimo por turnos durante toda la noche del sábado al domingo. Y para ello, la mejor preparación fueron las tres charlas de formación: metafísica, ofertorio de la Santa Misa y virtudes humanas.

  1. METAFÍSICA BÁSICA

Siguiendo a san Agustín, la razón de bien en cuanto perfección consiste en tres aspectos: modo, especie y orden. Las cosas se definen por la forma: la forma presupone materia y causa eficiente, y de ella deriva algo: la causa final, el para qué.

  1. ESPECIE: Quién soy, cuáles son mis exigencias.
  2. MODO: Acomodar mi vida a mi especie, en relación con ese «qué soy». Mis palabras, mis compañías, hobbies, redes sociales, amistades, lugares que frecuento, etc.
  3. ORDEN: El fin, hacia dónde están orientadas la especie y el modo. Este fin debe ser el Cielo, el reino de Cristo. En la medida en la que vivimos ordenadamente, obtendremos frutos. Primero, en el alma, por la excelencia y la nobleza de que Cristo habite en mi corazón. Y, después, en el entorno, que podremos iluminar.

Por eso, estas tres categorías pueden servir para explicar muchas realidades:

En un ejemplo concreto, así son la especie, el modo y el orden de ser cristiano:

— Especie. Creer, guardar el depósito de la fe, aceptar por la fe lo que la Iglesia nos enseña. El Bautismo nos hace «ser hijos en el Hijo».

— Orden. El fin es ir al Cielo y salvar almas.

— Modo. Vincularse al pasado histórico, lo cual implica una lucha, un combate por el reino. Para ello, son necesarios argumentos para defender la fe, formación y compromiso político.

Así, si sabemos que nuestra vocación como cristianos es la de salvar almas, debemos preguntarnos cómo lo vivimos. Por eso, es clave encontrar ese modo, porque lo que define a un río es el agua, pero no puede existir sin cauce (cómo).

  1. EL OFERTORIO

En la actualidad, podemos encontrar una mala interpretación de la participación de los fieles en la Santa Misa, a saber: anteponer el hacer al ser, es decir, pensar que obtenemos la salvación solo por nuestra forma de actuar; además, la sobreexcitación del sacerdocio común de los fieles; y, finalmente, la clericalización de los laicos y la laicización de los sacerdotes.

Sin embargo, nuestra participación no es lo necesario ni lo propio del culto público. Como laicos, podemos unirnos espiritualmente al sacrificio que se realiza en el altar. Eso sí, tendremos que huir de la tentación racionalista de querer saber todo lo que ocurre.

Por otra parte y, en especial, el ofertorio, es un momento idóneo para ofrecer todo al Señor y tener en cuenta los cuatro fines de la misa:

  1. Latréutico: dar a Dios la gloria y el culto que merece.
  2. Ecuarístico o de acción de gracias, por la creación y por la redención.
  3. Propiciatorio: desagraviar a Dios por todos nuestros pecados.
  4. Impetratorio: pedir dones y gracias.

Así, en esta plática, recorrimos todas las oraciones del ofertorio según el rito tradicional. El sacerdote comienza besando el altar y transmitiendo esa paz del Señor al pueblo, con el Dominus vobiscum.

A continuación, primero realiza la oblación del pan, tomando la Hostia con la patena y ofreciéndola al Padre por el perdón de sus pecados, por los circunstantes y por los vivos y difuntos. Bendice las vinajeras y mezcla un poco de agua con el vino, siguiendo la tradición que se remonta hasta el concilio de Constantinopla, del siglo VI.

Tras la oblación del vino, se inclina, une sus manos y ofrece su espíritu y su corazón para unirlos a la víctima de la salvación. De esta manera, ya está preparado todo en el altar: el pan y el vino, y nuestros corazones, que deben ser transformados por el Espíritu Santo.

En las misas cantadas y solemnes, el ofertorio continúa con la incensación de la oblación, el altar y la cruz. Entonces, el sacerdote, mientras reza el salmo 25, se lava las manos por si queda cualquier mancha de la preparación de las ofrendas y porque simboliza que nuestras obras deben estar muy puras para poder acercarnos al sacrificio.

Reza las últimas oraciones y, al final, besa el altar y, vuelto al pueblo, pronuncia el Orate fratres, con el deseo de despertar el fervor y el recogimiento. Asimismo, esta es su «despedida» del pueblo, porque se oculta en el secreto de la faz de Dios, como si dijera: «voy hasta Dios, entro en el silencio sagrado; por eso, orad también vosotros».

Solo se vuelve a escuchar al sacerdote después de la consagración. Como si el fuego del amor divino rompiera en su corazón y exaltara en éxtasis: «Per omnia saecula saeculorum». A lo que se responde con ardor, «como un trueno»: «Amen».

  1. VIRTUDES HUMANAS

Es en la esencia del alma donde recibimos la gracia santificante junto con las virtudes. Por eso, es fundamental conocerlas, ya que en su ejercicio consiste nuestra santidad.

  1. VIRTUDES NATURALES o adquiridas a través de la repetición de actos, hasta que se logra el hábito, es decir, la inclinación al acto bueno. Estas virtudes embellecen el alma humana, se pueden practicar de manera heroica y están en el plano natural.
  2. VIRTUDES SOBRENATURALES. Nos ayudan a obrar sobrenaturalmente, con la fuerza del Espíritu Santo. Son virtudes infusas por Dios tv para vivir esa vida sobrenatural. Hay más de 150 y, a su vez, se clasifican en dos grupos:
  3. a) TEOLOGALES: fe, esperanza y caridad. Su objeto es Dios mismo, tienen un motivo sobrenatural y crecen en intensidad.
  4. b) MORALES: son las virtudes cardinales (fortaleza, templanza, justicia, prudencia) y las potenciales, que derivan de ellas, como, por ejemplo, la religión.

Estas virtudes forman el edificio espiritual que posibilita la inhabitación trinitaria en nuestra alma:

A lo largo del fin de semana y divididos en cuatro grupos, competimos por el diploma de primer puesto: hicimos una gymkana, compusimos un poema, corrimos con los pies atados, incluso bailamos la conga hacia Covadonga. Y, además de los juegos, cada uno pudo elegir un taller:

  1. Canto gregoriano

Los componentes del coro de NSC-E aprovecharon para trabajar parte del repertorio que se cantará en la peregrinación y que se cantó ya en las misas del encuentro.

  1. Acolitado Misa rezada

Este taller trató sobre cómo se acolita en una misa rezada con un único acólito. Desde las oraciones al pie del altar hasta la comunión y el último ­evangelio.

  1. Cómo manejar un Misal

Fue una explicación de las diferentes partes de la misa, distinguiendo entre el Ordinario y el Propio, para poder seguirla más fácilmente. Así, pudieron recorrer las diferentes secciones del misal y aprender a buscar los propios: el propio del tiempo, propio de los santos, común de los santos, misas votivas y ordinario de la misa. Después, hubo algún ejercicio práctico para buscar y colocar las cintas para algunos días concretos del año. También tuvieron tiempo de describir las diferencias entre la misa rezada y la misa cantada.

  1. Masculinidad

Este taller y el de feminidad tuvieron una estructura similar. Ambos empezaron con una introducción o justificación sobre el interés de hablar de este tema. Después, chicos y chicas respondieron varias preguntas, como estas: 

  1. ¿Cómo se trata este tema en la sociedad actual?
  2. ¿Cómo se puede recuperar la verdadera masculinidad/feminidad?
  3. ¿Qué dos cosas valoras más en un hombre/en una mujer?
  4. Pon un ejemplo o referente de hombre/mujer para ti.

A partir de aquí, se fueron compartiendo las respuestas e ideas, así como otros temas cercanos. En concreto, los hombres se centraron más en tratar la pureza (cuidar la vista, pensamientos, etc.), el dominio de sí, los rasgos de la virilidad y cómo educar el carácter.

  1. Feminidad

En el coloquio femenino, se habló más en concreto sobre la naturaleza de la mujer; la maternidad biológica y espiritual; la modestia, la pureza y cómo se reflejan en la manera de vestir y de comportarse; y también sobre la amistad entre el hombre y la mujer.

Aunque estos temas dan para mucho y aún seguimos debatiendo, el encuentro fue, en definitiva, toda una oportunidad para reforzar nuestro sentimiento católico, para pensar juntos, para compartir problemas, luchas y proyectos, y, en especial, para rezar unos por otros y hacer Cristiandad.

PUBLICADO EN EL BOLETÍN «LAUDATE» Nº32 – MAYO 2024