La gran promesa del Corazón Inmaculado de María: Un centenario profético
D. Pablo Ormazabal Albistur, Capítulo San Francisco de Javier
- En efecto, se ha dicho con razón que la síntesis del mensaje de Fátima es el Corazón Inmaculado de María1. En la tercera aparición del ángel a los niños en el otoño de 1916, el ángel les enseña a rezar de la siguiente manera: «Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores». Pero será especialmente en las apariciones de Nuestra Señora en junio y julio de 1917 donde se muestran las intenciones de Dios. En junio, la Virgen le dice a Lucia dos Santos que Dios «quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón», y, al ser sumergidos en la luz de Dios, los niños ven el Corazón Inmaculado y comprenden el significado de la visión: «Enfrente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora, estaba un corazón rodeado de espinas que parecían estar clavadas. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación». Será en julio donde la Virgen vincula la salvación de las almas de los pecadores y la paz del mundo, y anuncia el triunfo de su Inmaculado Corazón:
«Visteis el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón […]. La guerra va a acabar. Pero, si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. […] Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. […] Si atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará».
Después, la Virgen vino a Pontevedra en 1925 para cumplir su promesa de la comunión reparadora de los primeros sábados.
Pontevedra 1925-1926
Sor Lucia había abandonado Fátima en 1921 para estudiar con las Hermanas Doroteas y posteriormente solicitar su ingreso en la Congregación. El 26 de octubre de 1925 llegó a Pontevedra2. Allí, estando en su habitación el 10 de diciembre de 1925,
«se le apareció la Santísima Virgen y, a su lado, suspenso en una nube, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole en el hombro la mano y mostrando, al mismo tiempo, un corazón que tenía en la otra mano, rodeado de espinas.
Al mismo tiempo, dijo el Niño:
– Ten pena del Corazón de tu Santísima Virgen que está cubierto de espinas, que los hombres ingratos en todos los momentos le clavan sin que nadie haga un acto de reparación para eliminarlos.
Enseguida dijo la Santísima Virgen:
– Mira, hija mía, Mi Corazón rodeado de espinas, que los hombres ingratos a todos momentos me clavan, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, me vienes a consolar, y di que todos aquellos que durante cinco meses, el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias para la salvación de esas almas»3.
El 15 de febrero de 1926, estando en el patio del convento, se le vuelve a aparecer el Niño Jesús recordándole la urgencia de lo que su Madre le había pedido («¿Has dispersado, por el mundo, aquello que la Madre del Cielo te pidió?»), alentando a su superiora y al confesor, así como la aclaración acerca del cumplimiento de la confesión el primer sábado de mes:
«– ¡Jesús mío! Muchas almas tienen la dificultad de confesarse el sábado. ¡Si permitiese que la confesión de ocho días fuese válida!
– Sí. Pueden ser muchos más días, contando que estén en gracia en el primer sábado, cuando me reciban; y que en esa confesión anterior hayan hecho la intención de, con ella, desagraviar al Sagrado Corazón de María.
– ¡Jesús mío! ¿Y las que se olvidaran de formar esa intención?
– Me la pueden formar después en otra confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tuvieran para confesarse»4.
La importancia y el contenido de la devoción
Las objeciones que el confesor de Sor Lucia le había puesto no carecían de sentido. La comunión reparadora de los primeros sábados de mes con el rezo del Santo Rosario era conocida en la Iglesia5. Por eso, Sor Lucia le dice a Nuestro Señor que su confesor afirma que esa devoción ya existe y no hace falta una nueva. No obstante, la respuesta de Jesús es meridianamente clara: «Es verdad, hija mía, que muchas almas los comienzan, pero pocas los acaban; y las que los terminan, es con el fin de recibir las gracias que ahí están prometidas; y me agradan más las que hicieron los cinco con fervor y con el fin de desagraviar al Corazón de tu Madre del Cielo, que los que hagan los 15, tibios e indiferentes…».
El contenido de la devoción consiste, por tanto, en que en cinco primeros sábados del mes consecutivos vivamos las siguientes prácticas de piedad en unión al Corazón Inmaculado de María:
Confesión
Comunión sacramental
Recitación de 5 misterios del Rosario
Acompañar a Nuestra Señor en la meditación de los Misterios del Rosario durante 15 minutos.
A estos cuatro actos se ha de añadir el espíritu de reparación. Todos estos actos se han de hacer con la intención reparadora al Corazón Inmaculado de la Virgen María. Y esto nos ayuda a entender por qué son cinco sábados. Nuestro Señor reveló a Sor Lucia en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 en Tuy que cinco eran las ofensas contra el Inmaculado Corazón que requerían reparación:
1.ª) Blasfemias contra su Inmaculada Concepción;
2.ª) Contra su virginidad;
3.ª) Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres;
4.ª) Contra los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada;
5.ª) Contra los que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.
Y Jesús le añadió: «He aquí hija mía, por qué ante este Inmaculado Corazón ultrajado se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti, procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas almas».
La importancia de este centenario para nuestro tiempo
Muchas voces autorizadas advierten desde hace décadas que estamos viviendo una de las peores crisis de la Iglesia6. Entre otros remedios para esta crisis (que la Providencia ya tenía prevista), se nos han dado los cinco primeros sábados de reparación al Corazón Inmaculado con las promesas que contienen. Son, en primer lugar, un programa espiritual sencillo para cada fiel y, además, un regalo venido del cielo para la salvación de las almas y la paz en el mundo.
Este programa contiene dos promesas tanto para el mundo entero como para cada alma que lo pone en práctica:
Las contenidas en la aparición del 13 de julio de 1917: al cumplirse las peticiones que incluyen la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María y la devoción de los Primeros Sábados, la Virgen promete un período de paz y la salvación de muchas almas. Para que esto ocurra es necesario hacer mucha reparación a través de la devoción de los Primeros Sábados.
Las contenidas en la aparición del 10 de diciembre de 1925: a quienes cumplan cinco Primeros Sábados consecutivos, la Virgen les promete obtener las gracias necesarias para la salvación personal.
A muchos les puede desconcertar que bienes tan altos dependan de prácticas en apariencia tan sencillas. Les convendría releer el pasaje bíblico de la curación de Naamán el Sirio (2 Reyes 5, 1-15). Mucho depende de lo que aconteció hace cien años en Pontevedra. Como Naamán hizo caso a los servidores y quedó curado, hagamos caso a la voz profética de Sor Lucia. Pues la Virgen prometió: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará».
1 Cfr. entre otros muchos autores, Serafino M. Lanzetta, Fatima. Un apello al cuore della Chiesa, Frigento 2017.
2 Cfr. Carmelo de Coimbra, Un camino bajo la mirada de María. Biografía de la Hermana María Lucía de Jesus y del Corazón Inmaculado, ed. Monte Carmelo, Burgos 2018, 174-185. Antes de la aparición del 10 de diciembre, Sor Lucia vio un niño en el patio al que invitó a ir a la cercana iglesia de Santa María todos los días y allí rezara «Oh Madre mía del cielo, dadme a vuestro Niño Jesús». Solo en la aparición del 15 de febrero de 1926 a Sor Lucia se le revelará que este niño de la primera aparición es el Niño Jesús.
3 Carta da Irmã Lúcia, a partir de Tuy, datada de 17 de dezembro 1927, en Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 192.
4 Carta da Irmã Lúcia a Mons. Pereira Lopes, seu confessor, em Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 193-194; versão completa em António Maria Martins, Cartas da Irmã Lúcia. 2.ª ed. Porto: Livraria Apostolado da Imprensa, 1979, p. 86.
5 En efecto, desde san Pío X, se habían concedido diversas indulgencias (Decreto del Santo Oficio de 1 de julio de 1905, confirmada por el papa Pío XI mediante Decreto de la Sagrada Penitenciaria Apostólica del 15 de Noviembre de 1927; Decreto del Santo oficio del 13 de junio de 1912 y Rescripto de Benedicto XV del 9 de Noviembre de 1920). El ruego de María a la hermana Lucia viene a aprobar una devoción ya existente y recomendada por la Iglesia a la que quizás no estábamos respondiendo con la fidelidad y el fervor suficientes.
6 Una entre muchas recientes, la del Cardenal Sarah: https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=47936)
PUBLICADO EN EL BOLETÍN «LAUDATE» Nº51 – DICIEMBRE 2025